Bollos preñados
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Bread- Clem SnideUn gesto tan habitual como ir a la panadería y encontrar allí pan recién hecho cada día no siempre ha sido así. Hace 50 años, en los pueblos de montaña sorianos de los que procede mi familia, el pan se hacía, no se compraba, y para hacerlo había que ponerse de acuerdo con los vecinos y coger día en el horno del pueblo. El horno era de leña. Leña de jara y aulagas que había que traer a cuestas o en burro desde el monte. No era cuestión, por lo tanto, de desperdiciarla. El horno tenía capacidad para hacer el pan suficiente para el consumo de dos familias durante 15 días. Por lo tanto, lo primero que había que hacer era ponerse de acuerdo con otra familia para hacer el pan a la vez, ya que encender el horno para una única familia era un lujo costoso y absurdo. Si alguna vez había más de dos familias que quisieran hacer pan el mismo día, se echaba a suertes y dos se quedaban con el turno de mañana y dos con el de tarde. El turno de tarde era el preferido pues el horno ya estaba caliente y se gastaba menos leña. Se "amasaba", por lo tanto, cada quincena y ese día era un pequeño hito festivo para las familias implicadas. A los niños, a los que se hacía partícipes del evento, se les agasajaba con un pequeño vicio: los bollos preñados, pequeños bollos de pan recién hecho con unos trocitos de panceta o chorizo previamente fritos en aceite. Hoy, como cada día, comprando el pan en el panadería de mi barrio, he visto a un par de críos siendo agasajados por sus abuelos con un par de huevos Kinder... El interés de estos pequeños no era otro que ver qué juguetito había dentro de los huevos. Cómo hemos cambiado...
INGREDIENTES
750gr. harina
25gr. levadura fresca (Levital)
Agua caliente
Sal
Chorizo
Panceta de cerdo
Aceite
ELABORACIÓN
Se disuelven la levadura y la sal en un vaso de agua caliente. Se amasa la harina con ese vaso de agua, y se va añadiendo más agua caliente hasta conseguir una masa como la de la pizza. Se deja reposar la masa tapada con un trapo mientras en una sartén se sofríe el chorizo y la panceta en taquitos o picados (al gusto). Cuando el sofrito está listo, se cogen pequeños trozos de la masa, se aplanan y se pone una pequeña cantidad de sofrito, envolviéndolo con la masa en forma de pequeños bollitos. Se colocan en una bandeja y se hornean hasta que estén hechos en el horno previamente calentado a 250 grados.
MARIDAJE: Viña Tondonia. Gran Reserva 1970 (Bodegas López Heredia, Haro, D.O.C. Rioja). Habrá a quién le pueda parecer una herejía maridar un pedazo de vino como éste con una comida tan popular como los bollos preñados. Pero, lo cierto es que por edad, casi comparten época. Y además ambos han resistido el paso del tiempo sin perder sabor. En cualquier caso, un vino excelente como este Gran Reserva dignifica a una receta modesta, pero tradicionalmente tan arraigada y popularmente tan querida como los bollos preñados.
MARIDAJE MUSICAL (de nuestro gurú barcelonés): Esta receta de los bollos de pan rellenos de chorizo que comenta nuestra chef, me trae a la memoria las temporadas que, hace “taitantos” años, pasábamos en la casa que los abuelos maternos tenían en la capital de la Rioja baja. Para unos niños de ciudad, como éramos nosotros, cosas como bajar a la huerta, echar de comer a las gallinas o ir a la panadería a comprar el pan eran diversión en estado puro, con un punto de “aventura”.
Aquella panadería a la que íbamos era la más tradicional que uno pueda imaginarse con horno de leña y un panadero de delantal blanco, que con gran habilidad, y utilizando unas larguísimas palas de madera, sacaba hogazas del horno, depositándolas luego en una larga mesa.
Y así, cada vez que la abuela nos mandaba a comprar el pan, allí que marchábamos “a la aventura”, a callejear hasta la panadería, y una vez allí, a disfrutar del aroma del pan recién hecho y del espectáculo que para nosotros suponía ver al panadero manejando aquella pala, y sacando panes del horno.
Con los años, uno se da cuenta de que aquella “aventura” infantil de ir solos a comprar el pan tenía bien poco de aventura, pues aunque no nos diésemos cuenta, estábamos totalmente controlados y vigilados por todas las vecinas de la zona, e incluso los dueños de la panadería, que nos conocían, y sabían perfectamente que éramos los nietos de la Sra. Carmen.
Pero eso sí, lo que ni siquiera el paso de los años nos ha podido quitar es el recuerdo del aroma del pan recién hecho, que para siempre se queda grabado en la memoria y asociado a algo delicioso. Y eso es lo que nos cuentan, con su country-rock indie, los chicos de Clem Snide en su canción Bread, cuando dicen que “... ¡Tienes aroma de pan ! ...”
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